Saturday, May 2, 2020

La nueva educación, reflexiones en tiempos de pandemia


Corría el año 1994, tenía yo 13 años cuando mi padre llegó con una gran sorpresa. Nos juntó a todos en el living de casa, nos mostró la computadora que había comprado (una 486 con pantalla blanco y negro), y nos dijo algo que nunca olvidaré: aprendan a usar esto, porque esto es el futuro, y el día de mañana quien no sepa manejar una computadora será un analfabeto.
Desde que se decretó la emergencia sanitaria en Uruguay, el 13 de marzo del corriente año, la educación en el país se vio forzada a adaptarse rápidamente y a los ponchazos a la nueva situación. Por suerte, desde gobiernos anteriores se viene trabajando en la incorporación de las nuevas tecnologías de la información al sistema educativo. Cabe destacar que no solo estoy hablando de los gobiernos del frente amplio, ya que desde los gobiernos colorados se han ido incorporando, con la creación, por ejemplo, de los salones de informática en los diferentes centros de estudio. Con sus aciertos y sus errores, la tecnología está sacando las papas del horno en materia educativa, ya que en otras circunstancias podría darse como un año curricular perdido.
Aclaro que estoy opinando desde mi experiencia personal, como estudiante de Psicología en la Universidad de la República. Otras pueden ser las opiniones tanto de estudiantes de diferentes grados y carreras, y también otra puede ser la opinión desde el punto de vista de los profesores. Lo que queda claro es que son tiempos de cambios, tiempos de adaptación a las apuradas. Lo otro que queda claro es que la tecnología llegó para quedarse, quizás para que, un poco tarde, se cumpliera el sueño de un granjero de Utah, Estados Unidos: Philo Farnsworth.
Para quienes nunca escucharon hablar de él, Philo Farnswoth fue quien creó la primera televisión totalmente electrónica. Este granjero tenía la esperanza de que con su invento se pudiera alfabetizar a la gran mayoría de la población, ya que cualquiera con un televisor podría participar de clases que se dictaran por este medio. Tristemente vio cómo su invento se terminó utilizando para el entretenimiento. Y cuentan algunos que lo conocieron, que no dejaba que sus hijos miraran la tele.
Muchas veces me pregunté por qué en estos tiempos, aún no se usaba la tecnología para educar. Por qué era necesario asistir a clases en un horario determinado, cuando a veces es difícil entre el trabajo y otras actividades, hacerse el tiempo para concurrir a un salón, cuando perfectamente se podrían subir las clases a una plataforma y aprender manejando cada quien sus tiempos, haciendo que la educación sea más inclusiva, más dinámica, visibilizando a aquellas personas con ganas de capacitarse pero sin la posibilidad de disponer de un horario fijo para dicha capacitación. O la falta de cupos en las universidades, las clases abarrotadas de gente, cuando perfectamente se podrían transmitir las clases por internet y extender las carreras universitarias a un conjunto de la población más extenso.
Simplemente como reflexión. Ojalá podamos aprovechar la oportunidad que nos da esta pandemia para lograr dar un paso hacia el desarrollo. Porque la mayor riqueza que puede tener un país es la producción de conocimiento. Y para producir conocimiento es esencial una población capacitada. Miremos el caso de Japón, que sin tener recursos naturales, gracias a la capacitación de su gente, logró meterse en el mercado mundial, como uno de los países más desarrollados, a partir de la creación de tecnología.

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