Saturday, May 9, 2020

Lo vi en la tele, lo leí en el diario y otras estupideces sin sentido


¨Para controlar a un pueblo hay que conocer su miedo, y es evidente que el primer miedo de cada individuo es estar en peligro mortal. Una vez que el ser humano se hace esclavo de su miedo es fácil hacerle creer que el papá Estado estará listo para ayudar a salvarlo¨ George Orwell, 1984.

Una invasión extraterrestre entró a mi casa junto con un amigo. Ocurrió en el momento entre que le abría la puerta, lo saludaba y lo dejaba pasar. Fueron pocos segundos entre qué caminó por el pasillo hacia el sillón, se sacó la mochila, la campera y justo en el momento en que procedía a sentarse, ya me había contado que los Estados Unidos de América (la fuerza aérea de ése país) había revelado en conferencia de prensa tres videos de objetos voladores no identificados.

Estaba eufórico. ¡Son extraterrestres! Exclamó ¡Viajan a cuarenta y cinco mil kilómetros por hora! Agregó, acotando que el gobierno de Japón ya estaba entrenando a sus pilotos de aviones caza para perseguirlos.

Yo no estaba sorprendido. Si bien tenía claro que toda esa información era simplemente producto de la estupidez humana, ya conocía a Seba, sabía que a pesar de ser una persona inteligente, por alguna razón se dejaba llevar por sus emociones, como los adolescentes en plena revolución hormonal.

Decidí entonces hacer uso de su propia inteligencia para hacerlo entrar en razón con dos preguntas sencillas. ¿Cómo pueden saber que son extraterrestres cuando son ovnis? Objeto volador no identificado. Si es no identificado, no se puede saber su procedencia, por lo tanto bien podrían ser producto de un proyecto desconocido.

Con la segunda pregunta le cambió la cara, pude ver que sentía algo de vergüenza al caer en la cuenta de su precipitado manejo de la información. ¿Cómo entrena Japón a sus pilotos de combate para perseguir a un objeto volador capaz de viajar a cuarenta y cinco mil kilómetros por hora?

Así comenzó la noche, que transcurrió entre risas, recuerdos, charlas sobre la vida, filosofía barata, teorías conspiratorias y estos extraterrestres que no dejaban de brindar chocando sus vasos contra la botella de cerveza que moría lenta en la mesa. Es que no podía dejar de imaginarme a estos individuos extra planetarios queriendo invadir un mundo en decadencia.

Cuando me quedé solo, sentado en el sillón, con la mirada perdida en mis pensamientos, tuve miedo. Tuve miedo de tener miedo. Entonces me di por enterado de que la especie humana le tiene tanto miedo a la muerte que prefiere no vivir.

Las voces más poderosas del planeta tierra infunden miedo, gritando a viva voz ¡quedate en casa! ¡no salgas! ¡población de riesgo! ¡población vector de contagio!

Esa misma noche, un abuelo de ochenta y pico apagaba la tele, se iba a la cama y se dormía para siempre. Sus nietos, sus hijos, sus familiares más cercanos no lo visitaban hacía meses, por temor a un virus que mata en gran proporción a los adultos mayores. ¿Acaso morir no es lo normal entre los viejos? Sí lo es, es lo normal en ellos, así como es común en el resto de nosotros vivir con miedo, o mejor dicho, no vivir por miedo. Miedo a la incertidumbre de una muerte inminente que nos persigue desde el día en que nacemos y que algunos usan con el fin de gobernar

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